viernes, 29 de julio de 2016

Crónica Cursa Nocturna Sant Jaume

El pasado viernes 22 de julio, tocó volver a colgarse de nuevo un dorsal en una carrera en la que todavía no había participado. Se trataba de la Cursa Nocturna de Sant Jaume, en Reus y sí, como su propio nombre indica, era nocturna y daba comienzo a las nueve y media de la noche. Teniendo en cuenta el calor que había hecho a lo largo de toda la semana, todo hacía indicar que lo pasaríamos mal, aunque no contábamos con que el destino nos tenía reservada una pequeña y no del todo agradable sorpresa.

Arancha, Iker y yo llegamos a la zona de salida con tiempo. Recogí el dorsal rápido y nos fuimos a dar un paseo por la feria que había en los alrededores de la salida y, de paso, esperar a Xavi y David, que también iban a correr. Mientras hacíamos tiempo nos encontramos con Aleix, otro compañero de equipo, y Miki, que después de algunos meses lesionado volvía a ponerse un dorsal.

Enseguida nos encontramos y, aún con tiempo, nos fuimos a calentar tranquilamente. Aunque hacía calor, el cielo estaba muy nublado y poco a poco fueron apareciendo unas nubes negras que no tenían muy buena pinta. En pocos minutos empezó a llover ligeramente y a soplar algo de viento. En un principio pensamos que nos vendría hasta bien pero justo antes de empezar a correr (parece nos estaba esperando) la lluvia empezaría a ir a más. En condiciones normales, aunque a esa hora ya se había puesto el Sol, aún debería haber habido algo de claridad, pero con tanta nube la verdad es que costó ver ya desde el principio.

Por mi parte afrontaba con dudas esos 10 kilómetros. Tenía toda la pinta de no ser una carrera fácil ya que había algo de desnivel y zonas de tierra, así que entre eso y como pintaba la cosa al empezar a llover, decidí ser un poco más conservador y acompañar a David en su intento de bajar de los 40 minutos. Por su parte, Xavi saldría un poco más tranquilo.

Poco antes de las nueve y media de la noche dieron el pistoletazo de salida y empezamos a correr. David y yo salimos fuertes, a un ritmo más alto de lo necesario para lograr ese sub 40’ con el fin de tener luego algo de margen. Al poco de empezar se nos enganchó Miki y, junto a él, otro corredor. Los dos primeros kilómetros salieron a un ritmo cercano a los 3’50”, pero a partir de ahí empezó el diluvio universal y todo cambió. En ese tercer kilómetro comenzó una nueva carrera donde lo de menos era estar pendiente del ritmo y bastante teníamos con saber por donde metíamos los pies.

Y si no tenía bastante con la lluvia, en ese “fatídico” tercer kilómetro y como consecuencia de haber pisado varios charcos y llevar las zapatillas y los pies completamente mojados, noté la extraña sensación de que la plantilla de mi zapatilla izquierda se había desplazado hacia atrás. Al principio pensé que no tendría más importancia pero con el paso de los minutos la sensación fue de cada vez más incomodidad. Iba sin el pie bien sujeto y notaba que los dedos estaban más adelantados de lo normal, con lo cual me estaba rozando con la parte delantera de la zapatilla. Aguanté como pude porque al principio me resistía a parar para no perder tiempo, pero tenía claro que iba a ser muy difícil aguantar así. Finalmente, tuve que parar dos veces, una sobre el kilómetro cinco y otra pasado el siete, para intentar colocar la plantilla en su sitio aunque fueron paradas inútiles, ya que nada más colocarla se volvía a mover. Lo menos malo es que las paradas no me impidieron seguir con el grupo, aunque tuviera que hacer dos cambios de ritmo para engancharme que me castigaron un poco.

A pesar de todas las incomodidades que nos estábamos encontrando, mantuvimos un ritmo más o menos constante durante toda la carrera, exceptuando el séptimo kilómetro donde se nos fue bastante por el tramo de subida que había. A decir verdad, poco me preocupaba a esas alturas nada de la carrera. Iba incómodo y lo único que quería era terminar cuanto antes y esperar que ese problema con la plantilla no tuviera consecuencias negativas para mi pie.

A falta de poco más de un kilómetro para terminar, volvimos al punto por donde habíamos corrido al principio de carrera y nos dirigimos hacia meta. En esos momentos volví a mirar el reloj y sí, íbamos con margen suficiente para conseguir bajar de los cuarenta minutos. No había sido una carrera fácil pero lo íbamos a conseguir. Personalmente, y a pesar de no disfrutar prácticamente en ningún momento de la carrera, estaba contento por haber ayudado en lo que pude a David, aunque en realidad el que corrió y se lo curró fue él, yo sólo hice de acompañante. Por otro lado, mi problema con la plantilla, correr a oscuras (prácticamente ciegas) y la lluvia torrencial que cayó durante la carrera, no hicieron que fuera nada fácil, con lo que aún tuvo más mérito lo que hicimos.

Al final, llegamos a meta con un tiempo de 39’44”, terminando en las posiciones 24 y 25 de la clasificación general de 329 corredores que finalizaron la prueba (resultados). Por su parte, Xavi paró el crono en 46’33” cruzando el arco de meta en la posición 90.

Lo primero que hice al terminar fue descalzarme y hacer una valoración de los daños en mi pie izquierdo. La cosa no tenía demasiada mala pinta aunque todo hacía pensar que alguna uña se vería afectada. Y efectivamente, con el paso de las horas de uña del dedo del medio se me fue poniendo cada vez más negra. Por suerte, la molestia sólo me duró un par de días, pudiendo entrenar con normalidad y pensando ya en la siguiente carrera que será este próximo sábado por la tarde en l’Espluga de Francolí (15K).

De fotos de la carrera mejor ni hablamos. Ni Arancha ni la organización pudieron hacer a causa de la tormenta que cayó y que todavía se alargó un rato más, así que solo os puedo dejar un par de fotos del antes y del después de correr con Xavi y David. Como veréis, esta ocasión corrí con la camiseta de Herbolari Farigola & Romaní (uno de los patrocinadores del club) que no tiene mangas y es más cómoda para correr ahora en verano. Aparte de eso, como siempre, os dejo los detalles de la carrera que podéis ver aquí.


viernes, 8 de julio de 2016

Crónica 10K La Canonja

Otra vez con muchísimo retraso, me pongo a escribir la crónica de la última carrera en la que participé hace ya algunas semanas, en este caso en los 10K de la Canonja que se celebraron el pasado 19 de junio.

La verdad es que no llegaba demasiado bien a la competición. Sólo habían pasado dos semanas desde mi último dorsal en Niza, había estado la semana siguiente al Ironman de reposo absoluto y los días previos a estos 10k me había movido más bien poco. Para rematar, la noche antes de la carrera varios amigos del club me organizaron una especie de despedida de soltero en Salou y llegué a la Canonja habiendo dormido unas tres horas. Con esta mezcla de ingredientes, esperar hacer una buena carrera era casi como esperar un milagro. Quizás en otras circunstancias y ante otra carrera me hubiera quedado en casa durmiendo pero siendo parte del Club Excursionista de la Canonja quería estar allí.

El domingo de la competición apuré todo lo que pude para levantarme, desayuné más tarde de lo habitual y llegué a la Canonja con el tiempo justo para recoger el dorsal con mi hermano y colocarnos en la línea de salida. Una vez más, del calentamiento mejor no hablar.

El recorrido constaba, como cada año, de dos vueltas de cinco kilómetros con constantes subidas y bajadas. Al no saber como iba a responder mi cuerpo se me plantearon dudas antes de empezar, pero al final decidí salir fuerte y en caso de notarme mal aflojar. El primer kilómetro con algo de subida lo pasé en 3’32”, y el segundo, en ligera bajada, en 3’24” corriendo bastante suelto. Me sentía más o menos bien pero sabía de sobra que la gasolina no me duraría toda la carrera. Los dos siguientes kilómetros me mantuve alrededor de 3’40” y el quinto, con final en subida, lo pasé en 3’51”. Hasta aquí, dentro de lo que cabe, más o menos bien, corriendo solo y sabiendo que estaba en una muy buena posición.

En la segunda vuelta cambió un poco la historia y las piernas empezaron a quejarse. En el sexto kilómetro mantuve el ritmo pero en el séptimo, coincidiendo con el tramo de bajada en el que en la primera vuelta había podido correr tan rápido, me di cuenta que iba fundido. Corriendo forzado no pude hacer más que mantenerme a un ritmo justo por debajo de 3’40”, muy lejos (casi 16” más lento) de lo que había hecho al principio de carrera. Aún así, tampoco os voy a engañar, lo di por bueno. En los últimos tres kilómetros fui yendo poco a poco a menos aunque siempre manteniendo un ritmo medianamente alto (3’43”, 3’45” y 3’47”) y sin perder ninguna posición. Llegando a meta hice el último esfuerzo y paré el crono en un sorprendente tiempo de 37’21”, finalizando el 7º de la general, tercero de mi categoría y primero del Club Excursionista La Canonja (resultados).

Siendo sincero conmigo mismo tengo que decir que no me esperaba hacer un tiempo así. Es mi segunda mejor marca en 10k y llegué a la carrera en unas condiciones no muy buenas de cansancio y sueño. Si en la segunda vuelta no hubiera perdido esos poco más de 30” respecto a la primera, estaríamos hablando marca personal.

Para terminar esta breve crónica, os dejo alguna foto corriendo y en el podio y los detalles de la carrera del Garmin aquí.






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